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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Brevísima miscelánea procaz de CDJ

El bueno de mi amigo, el eserita y voluble Captain, me manda esto. El último epigrama creía yo que era una reflexión teológica, pero se ve que sirve tanto para un roto religioso como para un descosido sicalíptico. Qué cosas tiene Captain ...




              Del cuarto milenio antes de nuestra era: la estatuilla de una pequeña mujer (¿hetaira, reina, bruja, guerrera?), hallada en un túmulo de las estepas: morena (creo), casi desnuda (diadema, collar de cuentas, cinturón, sandalias), ojos verdes (imagino) pequeños y profundos, finas piernas y finos brazos, nalgas caídas en un culo melocotón, delgadas arrugas en manos, sienes y pecho, senos  pequeños con uvas, pubis de ralo vello gris (supongo), panza tirante y esférica. Y una sonrisa que es un cascabel.


            Los cuerpos en la playa, esféricos y exultantes, triunfadores.


             Cuando oigo reír a las mujeres,… cuando oigo reír a las mujeres,…
          (… )
          Oigo reír a las mujeres.


             Estirpe maravillosa: nuestro linaje comenzó su jornada de amor husmeando ingles y axilas y hoy, en la misma busca, teclea en Internet.


               Nunca estuve más cerca de él que cuando, tras rebasar las altas peñas blancas, reposé cerca de la fuente. La quietud de la piedra, la suavidad del musgo, la fuerza del agua me sedujeron y me ensimismé. Allí, en las aguas fluyentes, estaba dios, El Que No Es. Rocé el musgo de la piedra y bebí y me embriagué.




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