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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

jueves, 5 de mayo de 2011

El admirable Doctor Najib


Dr. Najib, Mohammad Najibullah

Al Dr Najib en 1996 los correligionarios de Ben Laden lo castraron, lo arrastraron con un coche, le pegaron un tiro en la cabeza, no sé si exactamente por este orden, da lo mismo, y lo colgaron; a su hermano más o menos igual. Llenaron sus bocas y bolsillos de billetes y cigarrillos: por corruptos.

Ahora bien. ¿Quién creo a Ben Laden? ¿Quién fomentó el integrismo desde el 79? Los USA crearon el monstruo, lo alimentaron, lo satanizaron y lo han matado en un show oculto, son como el Juan Palomo de la teratología política. Vino bien para atacar al comunismo, pero no calibraron, lo que los salafistas rechazaban era a Occidente, y para esos efectos lo mismo eran la URSS que los USA. Cuando la URSS se fue por el desagüe de la historia, ahí quedó el Gran Satán americano. Por cierto, si cambiamos la cruz por la media luna, los discursos integristas cristianos de Bush e islamistas de Ben Laden son la misma chorrada irracionalista.

La culpa de Occidente está en haber despreciado a los musulmanes, y a tantos otros. Los musulmanes lo primero que hicieron al ser descolonizados fue intentar hacerse laicos y desarrollarse, pero a Occidente lo único que interesaba era que no nos dieran la lata en nuestro turismo y nuestros negocios. Si una mujer era asfixiada tras un niqab o lapidada, tanto daba, eso no ha sido problema hasta hace bien poco y por motivos espurios.

Dr. Najib fue de hecho el último presidente comunista de la República Democrática de Afganistán y último secretario del marxista leninista PDPA.

Dejo aquí de la pura wikipedia noticia sobre su final y algunas notas para un perfil.

También era conocido como el Toro.




Con la disolución de la URSS, los intercambios comerciales afganos y la economía en general se desplomó. A comienzos de 1992, el general Abdul Rashid Dostum cambió de bando y se unió a los muyahidín, sitiando Kabul. El 18 de marzo, Najibulá ofreció entregar la presidencia a un gobierno de transición y el 16 de abril renunció.

Najibulá envió a su esposa, sus tres hijas y su hermana en un avión a Nueva Delhi, pero no le permitieron embarcar a él también, así que se refugió en la embajada de la India y luego en el edificio de la oficina de la ONU (que tenía un estatus de embajada). Junto a él estaban su hermano el general Sapor Ahmadzai, el antiguo ministro Ishaq Toohey y un guardaespaldas llamado Dzhafsar.
Hasta 1996, en Kabul y otras ciudades se difundió ampliamente la consigna de «¡Viva Najibulá!». Esto se debía al caos reinante en esos años, que recordaba a la gente la relativa paz del gobierno anterior. La situación del ex-presidente en la sede de la ONU suscitó varios intentos de normalización, pero no llegándose a un acuerdo continuó viviendo allí. Najibulá aprovechó para trabajar en la traducción del libro El Gran Juego, que habla de la lucha entre la Rusia imperial y Gran Bretaña por la influencia en el Afganistán del siglo XIX.
El 26 de septiembre de 1996, después de la toma de Kabul por los extremistas talibanes, el edificio de la ONU fue asaltado por los mismos y Najibulá y su hermano fueron secuestrados. El ex-presidente fue sometido a terribles torturas y ejecutado al día siguiente. Su cadáver fue expuesto junto al de su hermano colgado, mientras los talibanes se burlaban colocándoles cigarrillos y billetes en los dedos. Estas terribles imágenes fueron publicadas por la prensa internacional.
En su libro Sombra Talibán, Ahmed Rashid, describe los últimos momentos del Dr. Najib de la siguiente manera:
«Los talibanes irrumpieron en su habitación y lo sometieron junto con su hermano gravemente golpeado, y cuando se desmayaron, los arrojaron a la parte trasera de una camioneta que se llevó a los presos al palacio presidencial en la oscuridad de la noche. Ahí Najibulá fue castrado y lo arrastraron atado a un jeep por las calles de la ciudad, hasta que finalmente se le dio un disparo en la cabeza. Mismas torturas tuvo que soportar su hermano, pero en vez de bala, murió ahorcado. Ambos cadáveres fueron colgados en un pilar de concreto cerca del palacio presidencial, no muy lejos del edificio de la ONU en Kabul. En sus manos pusieron cigarrillos y en los bolsillos dinero - los talibanes querían significar con ésto que los acusados fueron ejecutados por una vida desenfrenada.»




Según el orientalista ruso V. Plastun, veterano de Afganistán y que conoció personalmente a Najibulá y a sus opositores, cuando la entrada talibán a la capital era inminente, el líder muyahid A. S. Massoud le ofreció a Najib la posibilidad de irse entre los miles de afganos que huían de los talibanes, pero Najibulá se negó y con él se quedó su hermano; Toohey y Dzhafsar siguieron el consejo de Massoud. Plastun relata que cuando Najib y su hermano fueron secuestrados, los llevaron a una casa dependiente del ISI pakistaní, donde le ofrecieron el puesto de presidente del nuevo régimen a cambio de que firme un tratado para reconocer la frontera sur de Afganistán, la «línea Durand». Ésta no es reconocida por los afganos como la frontera legítima y firmar ese tratado hubiera supuesto una grave traición. Najib se negó y de ahí su tortura y muerte.

Los talibanes prohibieron que Najibulá fuera enterrado según la costumbre islámica. En Quetta y Peshawar, oraciones en su memoria fueron leídas. Al día siguiente a su muerte su cadáver y el de su hermano fueron retirados y entregados a la Cruz Roja para el entierro. Najibulá fue enterrado en su pueblo natal, en un funeral presidido por los ancianos de su tribu.

El general Mahmut Gareev describió a Najibulá:
Najibulá era un hombre alto, grueso y un poco regordete, con una personalidad abierta y atractiva. Era joven y lleno de ambición y vitalidad. Najib tenía una amplia erudición cultural y política. Ciertamente, entre los dirigentes afganos fue distinguido por la inteligencia, alto rendimiento y la capacidad de entender rápidamente las características de una situación compleja y sacar conclusiones razonables... Al igual que todos los afganos, Najib es muy astuto y capaz de movimientos inesperados y poco convencionales... En general, las fuerzas de Najibulá eran fuertes. Sin embargo, no logró reunir alrededor de sí otros líderes de alto nivel político y militar.

El ex-embajador de la URSS en Afganistán, Boris Nikolayevich Pastuhov, describió a Najibulá:
«Najibulá o Dr. Najib, como se le llamaba, era un patriota distinguido de su país, fue un político notable, un sabio, con un gran talento, incluso para asuntos militares, y siendo médico de profesión. Fue una personalidad brillante que inspiraba respeto, y nos agradó mucho... El Dr. Najib fue un defensor de la justicia social, no un comunista ortodoxo, pero el destino fue injusto con él. Estoy convencido de que la memoria del gran afgano Najibulá vivirá para siempre.»

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