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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

martes, 29 de noviembre de 2011

Frazier

Hace unos días murió Joe "Smokin" Frazier, el vencedor de "la pelea del siglo" con Muhammad Ali.

En general, los deportes no me parecen naturales. Bien, decir esto no es mucho, ¿qué es natural? Casi todo es un desarrollo aprendido de capacidades naturales. Quiero decir..., que el deporte es artificioso, esa sería la palabra, sofisticado, alambicado. El ejercicio natural y sano es andar, saltar, subirse a un árbol, zambullirse, dar unas brazadas, corretear, fornicar, levantar una piedra y poco más. La competición física la considero vulgar, como todas las competiciones, a no ser la competición con uno mismo, sea física o moral. La dimensión lúdica,... bueno, prefiero otro juegos.

Pero, pero... hay dos deportes que sí me gustan: el boxeo y el rugby. No soy un experto en ninguno de los dos, ni los sigo; sin embargo, si por azar me los encuentro en una pantalla me encanta verlos. ¿Por qué? Pues porque son naturales, sencillos. El boxeo: la forma civilizada de algo tan normal (natural) como darle un guantazo a un tío. El rugby: la forma civilizada de una batalla lúdica entre amigos por un pedazo de cuero; lo de lanzar el balón hacia atrás, una genialidad por lo absurdo.

De verdad que me gustan. Pero quizá sólo me gusten porque le gustaban a mi padre, que se levantaba de madrugada para ver en la TV de entonces los combates de boxeo y los partidos de rugby del Torneo de las Cinco Naciones.




             Veo a mi padre con un gabán de cuero caminar bajo la nieve, abajo en la plaza.

           La camisa de mi padre.

0´5 segundos





Leí u oí hace unos días que tardamos 0´5 segundos en enamorarnos, eso explicaría, digo yo, los llamados flechazos: un precipitado de emociones e intuiciones en una mirada o en una inspiración.

Yo me crucé con ella en un pasillo de la facultad. Iba cargada de libros y carpetas. Vestía pantalones vaqueros y una chaquetilla azul marino de forro naranja. Sonreía y tenía expresión ilusionada y alegre y yo me enamoré. No hablé con ella hasta un año más tarde, cuando me metí en su utilitario por la ventanilla del asiento del copiloto; pero esa es otra historia.




sábado, 19 de noviembre de 2011

Soy un artista

Es cierto, no lo puedo evitar. Ya me lo dijo mi compadre hace veinte años o más, que debía cultivar mi vena (o rama) artística, pero no le hice caso, y así he acabado, snif.

Suelo preparar todas las semanas un plato de pasta, nunca el mismo consecutivamente, y también ensaladas o cosas sencillas, ensaladillas, fajitas, pisto, tortillas varias y tal. Pero, a veces, me entra el volunto, me arranco y voy más allá, aunque tampoco sea nada del otro jueves. Hoy he cocinado calamares en salsa, por supuesto a ojo, no se puede incurrir en la cocina en un positivismo craso, que no se compadece con el vitalismo propio de la creación y del comer: limpias los calamares, preferentemente pequeños, y los troceas, picas cebolleta fresca abundante, la fríes bien con una guindilla de Cayena, echas los calamares, un vasito de vino blanco de la tierra (nuestra, big country) y pimentón de la Vera, dejas chupchupear un rato y ya está. Nos lo hemos comido con gula, como debe ser, con pez de limón y sardinas y buenos trozos de pan para mojar sopas, y yo lo he acompañado con vino de Rueda que tenía por ahí. Ea.

Mañana vota lo que quieras, pero vota comunista.