Somos ateos especulares y perfectos: no he creído en él durante un segundo de mi vida; ni él en mí.
Dios, no puedo respetarte, busca mejores valedores. En este mundo que me has dado, los crueles guerreros son los teólogos que teorizan tus dogmas, los gángsteres salvajes son los sacerdotes que ofician tus invocaciones.
Ella, cuanto más sufría, más rezaba. Y cuanto más rezaba, más invocaba a dios para redimir a todos los sufrientes. Lloraba por sí y acababa llorando por los extraños. El dolor es un venablo que traspasa todos los cuerpos y nos hermana.
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