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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Suspiros de España





Un fragmento

El origen de la guerra fue el estado de brutal atraso y miseria que vivía España, cuya solución se intentó buscar por los más avanzados con el modelo democrático de la república. Y que fue machacado quizá por unos y otros, pero no se me negará que lo que defendían respecto a la comida, la justicia y los derechos, los de un lado y los del otro era muy distinto. Los privilegios de los más poderosos, oligarquía, iglesia, militares, los unos, y el pan del pueblo los otros. Si ahí hubo sólo la posibilidad de la pelea, te mencionare a Larra “asesinatos por asesinatos, prefiero los del pueblo”, y no digo ni mucho menos que eso sea bueno ni justo, pero en el fragor de la historia lo que cada uno eligiera ahí quedó. El africanismo bestial de los militares de Marruecos y su defensa de un statu quo de los privilegiados del que ellos formaban parte es bastante más responsable del conflicto que otra cosa.

Otro fragmento

La cuestión no es el número (y no porque se banalice, sino por todo lo contrario, en estos asuntos morales, de principio, uno es igual a infinito; sin embargo, desde el punto de vista político y jurídico las cosas se valoran de distinto modo).

- Existía un régimen democrático y legítimo, con su propia legalidad.

- Se produjo un golpe de estado. Frente a él la reacción de la República fue la legítima defensa.



- Hubo buenos morales en el bando rebelde y malos morales en el bando republicano, cómo si no, si eran el pueblo llano y las gentes todas en ambas orillas; decir otra cosa sería dogmatismo y sectarismo morales. Pero la legitimidad y la justicia, o sea la "bondad" política, estaban del lado de la República; por tanto, la "maldad" política del lado de los rebeldes. Otro planteamiento es relativismo ético, y yo hablo pro parte.


- Hubo desmanes por parte de quienes defendían la República, pero también aplicación estricta de normas penales y garantías procesales. Es decir, había un lado legítimo, donde pudo haber (de hecho, hubo) crímenes, pero también una legalidad que se quiso imponer hasta el último momento. No olvidemos que era el bando legítimo y legal.


- El otro bando no era legítimo. Eso como poco y desde un punto de vista formal. Desde la perspectiva material, era, por usar términos gráficos, rancio y energúmeno. Militares cafres, defensores de mano, junto a los curas, defensores de voz, de un modelo social regido por valores oligárquicos. Cuartel y sacristía al servicio de los señores.


- A diferencia del lado republicano, donde funcionarios y políticos querían imponer el orden, en el bando rebelde eran los propios líderes militares y falangistas los criminales, los que proyectaban y ejecutaban el asesinato de los adversarios, hasta el punto de querer exterminar a la mitad de los españoles si era necesario para extirpar la ideología republicana o de izquierdas.


- En línea con esa voluntad genocida la persecución masiva sistemática y criminal duró diez años más, hasta fines de los cuarenta. Y hasta el final fue una dictadura fascista.


- Amnistía política (jurídica) es una cosa. Desmemoria es otra. Las clases sociales que se consolidaron o surgieron al calor de la dictadura no pueden exaltar los valores democráticos (es decir, republicanos en el fondo y laicos) y condenar el franquismo sin negarse a sí mismos, sociológicamente se entiende. Por ello, ese interés de los revisionistas de hacer puente entre dictadura y democracia, cosa desde el plano axiológico y político, aberrante, pero, para ellos, lenitivo moralmente.

Vale.

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