SUELO
A oscuras,
jugamos
a
perseguirnos.
Utilizas
la fuerza
exacta
para atraparme,
me
rodeas
con un brazo
mientras con el
otro
desciendes
lentamente
bajo mi ombligo.
Desabrochas,
desanudas,
rompes y rasgas,
los restos caen al suelo,
y el peso se
va
diluyendo.
Siento tu espalda
sobre mí,
las manos
en mi
pecho
que oscila
con el ritmo
de mi
respiración
entrecortada.
Entonces comienzo
a moverme,
las manos
hacia atrás,
sobre ti,
palpando, buscando,
merodeando.
Tú sigues con
tus vaqueros
y tus botas, y tu armadura,
yo ya sólo cuerpo,
piel que
gime.
Ambas manos
ahora
sobre mi vientre
bajando
despacio
al
centro.
En un solo gesto
separas
dulcemente
mis piernas
y hundes
tus dedos
en mí.
Mis manos
en tu pelo,
la boca abierta
sin
saliva,
como buscando algo,
mordiendo los labios
y apretando
fuerte.
La cabeza ha de girarse
por puro instinto
y arrancarte a
ti
todo el peso
que me impide
alcanzarte,
y una vez
desnudo,
frágil pero firme y extraordinario,
arrojarme al suelo
y
quedarme allí tendida,
abriendo mis piernas
hacia ti,
buscando con las
manos
el lugar
que nos une.
Y cierro ahora
mi boca
con la
tuya.
A oscuras,
jugamos
a
perseguirnos.
Utilizas
la fuerza
exacta
para atraparme,
me
rodeas
con un brazo
mientras con el
otro
desciendes
lentamente
bajo mi ombligo.
Desabrochas,
desanudas,
rompes y rasgas,
los restos caen al suelo,
y el peso se
va
diluyendo.
Siento tu espalda
sobre mí,
las manos
en mi
pecho
que oscila
con el ritmo
de mi
respiración
entrecortada.
Entonces comienzo
a moverme,
las manos
hacia atrás,
sobre ti,
palpando, buscando,
merodeando.
Tú sigues con
tus vaqueros
y tus botas, y tu armadura,
yo ya sólo cuerpo,
piel que
gime.
Ambas manos
ahora
sobre mi vientre
bajando
despacio
al
centro.
En un solo gesto
separas
dulcemente
mis piernas
y hundes
tus dedos
en mí.
Mis manos
en tu pelo,
la boca abierta
sin
saliva,
como buscando algo,
mordiendo los labios
y apretando
fuerte.
La cabeza ha de girarse
por puro instinto
y arrancarte a
ti
todo el peso
que me impide
alcanzarte,
y una vez
desnudo,
frágil pero firme y extraordinario,
arrojarme al suelo
y
quedarme allí tendida,
abriendo mis piernas
hacia ti,
buscando con las
manos
el lugar
que nos une.
Y cierro ahora
mi boca
con la
tuya.
ANA VEGA
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