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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Quien encontrara razón alguna...


Captain Davy Jones, mi amigo, el taimado y cruel señor del Kraken es demasiado escéptico y meláncolico para ser leninista. Eso sí, nunca será menos que un eserita de izquierda. Generoso, como siempre, me manda estas sentencias o invectivas políticas para que las publique en este mi pobre blog.




             La clase dirigente activa nos pastorea y proclama a grandes voces: “¡Tomadnos como ejemplo! ¡A trabajar, a trabajar como nosotros!” Para estar por encima y un paso adelante.


               Ellos, los pastores, están habituados a actuar aguerridamente (siempre dan un paso al frente, siempre han osado) porque tienen un colchón.


                Todos sabemos que hay algo peor que un pastor sin cayado, y es una oveja con él.





               Tocado con su rojo gorro frigio, el viejo y alegre jacobino observa desde el risco al gentío que arroja a las fogatas las astillas de los solemnes tronos y de los sagrados altares.








             Los revoltosos, hijos de mil años de hambre, invaden las fincas, arrasan con el ganado y las siembras. Al entrar en las mansiones, en las grandes casas, unos engolan la voz y dicen “Mira cómo toco el timbre”, mientras otros matan a los señores y violan a los criados.


             El comunismo es fe sin dios, creencia y oficio de una religión laica. Y para constatar la verdad de esta aserción observad la beligerancia indómita de sus adversarios, creyentes de otras religiones.


            Quien encontrara razón alguna para que otro no tenga, merecería ser despeñado por un abismo y que su nombre fuera olvidado para siempre.




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