Saturno |
No vine aquí a hacer amigos. En realidad, siempre quise agradar, pero no me iba a vender barato. No sé, quizá tenga mal genio o mala sangre o me falte un tornillo. Sólo te digo que seguiré igual. Si lo hubiera sabido antes,… Esto, todo esto, si lo hubiera sabido, puede que todo fuera diferente. Pero ya no. Para una vida que tengo, no la voy a estropear dándome la vuelta.
A esa gran mujer; a aquel hombre imbuido de una trascendental misión; al de más allá, regido por principios hercúleos; a ésta, cercana a mí, henchida de excelentes valores,… A ninguno de ellos le dejaría las llaves de mi casa en vacaciones para regar las plantas.
¿Nunca os ha ocurrido que, inopinadamente, ante una alegría, un éxito o un azar bienencarado, la reacción de cercanos y amigos ha sido el arañazo para manteneros en vuestro nicho? ¿O es que vosotros sois también gatos de uñas filosas?
¡No me miréis así! ¿Que tengo una mala manera de hacer (bien) las cosas? ¡Qué fácil es perorar y qué difícil es acometer!
Vale, ya cumplí los cuarenta, necesito un repaso, pero… un proyecto de reforma no es un propósito de enmienda.
Decís que no os vendéis, pero ¿estáis en sazón bastante para que alguien os quiera comprar?
Pelea a garrotazos |
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