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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Mi gato no sabe de lucha de clases



Mi compa gramsciano fonollosista adapta un poema de Rocío Silva Santistebán, llamado Mi gato no sabe de subalternidad, y se lo dedica a su gato Cronos.

Mi gato no sabe de lucha de clases

Mientras yo estudio a Gramsci
Cronos juega sobre la mesa
se acerca al libro rojo y lo huele
despacio, auscultando
luego con todo desparpajo
se sienta encima
Ay, si supiera de Marx, de Engels, o siquiera
de Lenin
pero con su gatuna ignorancia
se acerca a mi lápiz para pelear
Ay, cómo lo muerde y lo derriba
Mira al techo buscando un insecto
(su objeto del zarpazo colonizador)
y distraído alarga la pata
sobre la máscara asesina:
el libro de Trotsky
Cronos no sabe nada. Pero lo mira todo.
Yo me desgañito entendiendo
esos conceptos que imagino algún día
me van a liberar
y mientras continuo con la amanecida
entre el temblor de la pantalla
y la enésima página del buscador
Cronos sucumbe al sueño gramsciano
y es más libre que yo.



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