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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

viernes, 15 de julio de 2011

La tabla rasa


La tabla rasa de Locke, el cartesiano fantasma en la máquina en palabras de Ryle y el buen salvaje de Rousseau... Estos mitos filosóficos forman parte del acervo intelectual y práctico de la época moderna. Frente al naturalismo clásico y medieval, que de hecho acababan en un teocentrismo, hay una reacción que reclama el lugar del aprendizaje y de la influencia del entorno para negar el fatalismo de un destino humano marcado desde su exterior.

Como ha indicado Carlos Paris somos un animal cultural, nuestra naturaleza es una estructura genética que es capaz de aprender desde ese pedestal físico.

La obra de Steven Pinker es imprescindible en este campo. Su subtítulo "La negación moderna de la naturaleza humana". Del filósofo australiano Singer, dejo la referencia a su obra "La izquierda darwinista".




Una izquierda darwinista, de Peter Singer

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