Ya os dije que es muy desabrido y tornadizo también. Lo mismo ríe que llora y para mis cortas entendederas dice lo uno y lo contrario. Será que es intelectual o sentimental. Qué difícil.
No se compadece el amor con la repugnancia moral. El amor dice a admiración.
El hálito de humanidad nos alcanza cuando vemos sufrir al animal.
Niños, ancianos, enfermos, animales: no dejan de sorprenderme, son como personas.
Descanso tumbado en la orilla, al calor y luz de una hoguera. Allá, un gato parlante y zalamero dirige – oh, entre los ribazos- la serenata. La compañía, sube que te baja en la oscuridad, marcha cantando y, alzando los brazos, me arroja loores y salves como si fueran flores.
Veo a mi padre con un gabán de cuero caminar bajo la nieve, abajo en la plaza.
La anciana triste y ya exhausta mira a la criatura que acuna y al pensar “Aquí estás, aquí quedarás” se consuela y sonríe.
Eran dos amigos, dos compadres. El uno, Lucio, empleaba el cerebro como vísceras, el otro, Tariq, usaba las vísceras por cerebro.
El búho cenobita encaramado en la rama de la encina me mira y ulula “Ora et labora, puer”.
¿Qué es una buena vida: una vida feliz o una vida vivida?
El agua que bebes te sacia hoy, no mañana: así, la vida.
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