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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

jueves, 21 de julio de 2011

Justicia espontánea

El planteamiento y el nudo son ciertos, los viví con mi compadre amoriscado y nihilista; por desgracia, el desenlace no tuvo lugar así. Captain andaba por allí y da testimonio. Creo que acabamos en un pub holandés. O no.




                  Justicia espontánea
M. y yo paseamos por la dársena bajo el sol del mediodía primaveral, a la vera  de casitas como merengues fúlgidos. El petimetre cuarentón engominado, vestido de blanco y marfil, parlotea con las pibas broncíneas, con acentos melifluos. Fruncimos el ceño, nos miramos y nos compadecemos. Desenfundamos los revólveres de las sobaqueras y disparamos todas las balas. Cae el guiñapo al agua sucia del muelle entre centenares de lisas y mendrugos de pan de baguette. Después del primer respingo con gritito, los pibones con sus falditas plisadas y sus camisas anudadas bajo los pechos salaces nos abrazan y nos arrumaquean: “Gracias, se estaba poniendo de un pesado…”




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