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la bestia
mi bestia llega por la tarde
me muerde las entrañas
me acaricia la cabeza
gruñe
escupe parte de mí.
me muerde las entrañas
me acaricia la cabeza
gruñe
escupe parte de mí.
mi bestia llega por la tarde
mientras otros hacen fotos
mientras otros van de merienda
mi bestia llega por la tarde
a través del sucio suelo de la cocina
con mirada lasciva.
mientras otros hacen fotos
mientras otros van de merienda
mi bestia llega por la tarde
a través del sucio suelo de la cocina
con mirada lasciva.
mientras otros tienen empleos
que les impiden pensar
mi bestia me permite pensar
en ella,
en cementerios y locura y miedo
y en flores rancias y decadencia
y en el hedor del brío apagado.
que les impiden pensar
mi bestia me permite pensar
en ella,
en cementerios y locura y miedo
y en flores rancias y decadencia
y en el hedor del brío apagado.
mi bestia no me deja en paz
llega por las tardes
me muerde y me araña
y le digo
doblado de dolor, cogiéndome el vientre con las manos,
joder, ¿cómo les voy a explicar tu presencia a
ellos? creen que soy un cobarde
y los cobardes son ellos porque se niegan a
sentir, su valor es el de los
caracoles.
mi bestia no está interesada en mi desdichada
teoría; rasga, mastica, escupe
otro trozo de
mí.
llega por las tardes
me muerde y me araña
y le digo
doblado de dolor, cogiéndome el vientre con las manos,
joder, ¿cómo les voy a explicar tu presencia a
ellos? creen que soy un cobarde
y los cobardes son ellos porque se niegan a
sentir, su valor es el de los
caracoles.
mi bestia no está interesada en mi desdichada
teoría; rasga, mastica, escupe
otro trozo de
mí.
salgo por la puerta y me sigue
calle abajo.
nos cruzamos con las hermosas colegialas risueñas
las camionetas de la panadería
y el sol se abre y se cierra como una ostra
engullendo a mi bestia un instante
mientras cruzo un semáforo en verde
con la pretensión de haber escapado,
con la pretensión de que necesito una barra de pan o
un períodico,
con la pretensión de que la bestia se ha ido de una vez por todas
y de que las partes de mí desgajadas
siguen ahí
bajo una camiseta azul y unos pantalones verdes
a medida que todas las caras se tornan muros
y todos los muros se tornan imposibles.
calle abajo.
nos cruzamos con las hermosas colegialas risueñas
las camionetas de la panadería
y el sol se abre y se cierra como una ostra
engullendo a mi bestia un instante
mientras cruzo un semáforo en verde
con la pretensión de haber escapado,
con la pretensión de que necesito una barra de pan o
un períodico,
con la pretensión de que la bestia se ha ido de una vez por todas
y de que las partes de mí desgajadas
siguen ahí
bajo una camiseta azul y unos pantalones verdes
a medida que todas las caras se tornan muros
y todos los muros se tornan imposibles.
Y ¿quién no quiere una bestia así?, una bestia que nos manse.
ResponderEliminarGenial,
saludos.
_amanse_
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