Para mí, la cuestión nacional -admitidas las facetas cultural y política de la nación- debe ser tratada no desde el principio de autodeterminación, sino por el principio democrático.
La pluralidad de principios exige por lógica la limitación recíproca, y aceptada hipotéticamente la primera, los límites de la autodeterminación se presentan de modo inmediato por eficacia política y por el respeto a la minoría siempre presente (a no ser que aboguemos directamente por su exclusión o por su supresión), entre otros.
Todos pertenecemos a una comunidad política; como mucho podemos optar por cambiar, si nos lo permiten, de comunidad política; lo que no cabe es el apriorismo de un derecho originario a construir comunidades políticas ex novo: es decir a constituir estados u otras parcialidades políticas.
(También tiene límites el principio democrático en los derechos individuales (otra cosa será ver qué espacio han de ocupar estos), si no queremos incurrir en el rusonismo totalitario, en un colectivismo asiático o en un conductismo antropológico.)
Sin embargo, el principio democrático en una comunidad sanamente constituida requiere que sus partes colectivas constitutivas tengan voluntad de unidad y reconocimiento recíproco. Otra cosa es constreñir tramposamente, evadiéndose del principio de realidad, el hecho de que una parte de la comunidad política cuestione, replantee o directamente quiera quebrar la pertenencia previa.
Y es que la verdadera política nunca podrá huir del principio de realidad.
Las naciones de Europa. Broadou Europa. |
Este señor abogado lo explicaba muy bien ayer en La cuarta página de El País.
Chino andalusí ha querido comentar lo que sigue, pero no ha podido (arcanos de la red):
ResponderEliminarEl artículo de "ese señor" parece más bien el de un españolista acérrimo que quiere quedar de demócrata.
Primero la falacia de que de existir ese derecho de autodeterminación no se haría efectivos. ¿Hay que recordar lo que ha pasado en Europa en los últimos 25 años, por no irnos más lejos? De profetas está los cementerios y las televisiones de madrugada llenos.
Después se guarda la sartén por el mango. El derecho de autodeterminación no se establece, sino que primero hagan los independentistas el referéndum,y si ganan vendrían los españolitos a decidir si conceden o no mediante la supertortuosa vía de reforma constitucional (tortuosa excepto cuando se trata de asentar un poco mejor el capitalismo como se hizo recientemente).
Y encima exige mayorías cualificadas para tan solo inciar el proceso. Y después pone unas condiciones al presunto referéndum que no se cumplieron ni en el caso del que aprobó la Constitución Española (con lo que si este "democrata español" fuera consecuente debería pedir la anulación de su Constitución).
Y una última nota para ver la catadura del "Señor": nada más que hay que ver como invierte los términos y considera a los pobres españolitos como rehenes de los perversos nacionalistas no españolistas. Pero que sepamos quien sigue teniendo las armas y capacidad de decisión el la grandiosa nación española y las demás a mendigar estatutos que recorte el constitucional.
Lo de el principio de realidad que esgrime Variante es simplemente el del artículo de la Constitución en que se afirma la unidad de España manu-militari.
Creo que el autor del artículo establece el procedimiento jurídico posible, según la tesis política democratista previas, dadas las normas existentes. Vale ese o vale otro, lo importante es el principio de admitir la recomposición territorial, incluyendo la independencia, por la vía de la voluntad popular.
EliminarSi hubiera posibilidad, por cualquier motivo, a mí me resulta perfectamente legítimo que se decida directamente en un referéndum. Pero incluso con voluntad política, las formas jurídicas tienen sus propias exigencias.
No conozco otros planteamientos del autor, así que no sé si su apuesta es meramente utilitaria, que propone en uso de su prudencia política aunque no le guste lo más mínimo, o una forma ajustada a sus ideas.
Por último, esa que comentas es una realidad y yo le contrapongo la de la existencia de las realidades nacionales y el ejercicio de la democracia (real), más dignas que aquella.
Y como suelo decir, prefiero VALS que lo que hay ahora.
Salud. V.