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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

viernes, 25 de mayo de 2012

Opúsculo, 1



OPÚSCULO SOBRE LAS GENTES DE NUESTRA TIERRA

Gentes Viejas: los salvajes, Antiguo Pueblo, antiguos dasios. Errantes
Nuevas Gentes: dasios o tas, vectrios o uect y querios

En Nuestra Tierra la primera huella humana es la que muestran las ruinas de viejísimos poblados de piedra machacada o mampuestos desmenuzados. Suponemos que esos restos son propios de los llamados salvajes, de los cuales aún perviven pequeños núcleos aquí y allá en regiones perdidas y montaraces de los grandes reinos o de las tierras libres. Viven aislados, desnudos si donde moran hace calor o vestidos con zafios pellejos donde hace frío; sus herramientas, sus actuales aldeas (donde ya no se ve mampostería o piedra labrada por ningún lado), sus costumbres son atrasadas y brutales. Algunos magos piensan sin embargo que no todos ellos forman parte del pueblo salvaje originario, y los sabios más excéntricos creen que en realidad ninguno de ellos desciende de aquellos sino que son corrupciones de algunos de los pobladores posteriores. Los auténticos salvajes habrían sido en su inmensa mayoría exterminados por las sucesivas oleadas de invasores violentos y el pequeño residuo asimilado y disuelto entre las naciones ocupantes. Lo cierto es que aquellos que son identificados como tales suelen ser de pequeña talla, de greñas oscuras y piel morena. Su vida, para muchos, es la de reales cimarrones que no quieren contacto con el resto de los pueblos y naciones. Otros, no obstante, se integran mínimamente: aquí y allá en los grandes reinos y en las tierras libres y las ciudades francas no es habitual, pero tampoco extraordinario, encontrar salvajes que se dedican a la brujería, la prostitución sagrada, la buhonería, el circo, rastreadores y mercenarios para las guerras de los reinos y las guardias de los territorios libres y las urbes francas; es decir, se dedican a aquello que los civilizados necesitan pero que ensucia más de la cuenta. Para muchas de las Gentes Jóvenes – incluso para algún uect -  salvajes y errantes no son humanos.




Otoño, K. Vasiliev





Si hablamos del Antiguo Pueblo, ágrafo, encontramos testimonios escritos gracias a las Nuevas Gentes, petroglifos y pergaminos de la Antigua Lengua en las grafías dasias y vectrias; tenemos datos propios y de otras fuentes alternativas del posible origen y hay restos arqueológicos y diversos objetos guardados en templos (las Parihuelas del Rey Uc, en la Basílica queria de Salina), mausoleos (el trono de Pedón, en el Mausoleo de Bwrtius) y academias (el juego de espadas y espejos del príncipe Sac, en la Gran Academia de Kartkeer). Las diversas tribus que compusieron el Antiguo Pueblo provienen del sureste, de las estepas y desiertos que prologan la Cordillera Postrera y de las estepas y desiertos que la suceden, según atestiguan las crónicas uecti y querias. Antiguo Pueblo pues una era su religión, el credo del cielo y la tierra; una su lengua - aparte de algunos modismos dialectales muy significados en algunas tribus, que dividían el idioma en dos familias -; una su forma de organización (reyes electivos entre la casta de ganaderos); uno su aspecto rúbeo - aparte de alguna tribu muy característica. No obstante llegaron en perenne rencilla mutua y así siguieron durante cientos de años. Nunca hubo la más mínima estructura común del Antiguo Pueblo; como mucho al cabo de varios siglos en un par de ocasiones se constituyeron confederaciones accidentales para protegerse de adversarios comunes, la Alianza del Centro y el Sur contra los piratas o la Gran Alianza contra Tas. En un periodo relativamente corto las Tribus Antiguas ocuparon las llanuras del Sur, la gran meseta, llegaron al Mar Sur, poblaron los valles y subieron los grandes ríos. La parte norte de los actuales grandes reinos y del Reino Imperio, es decir, los bosques y lagos vieron pocos de los antiguos pobladores por no decir ninguno, a lo sumo habitaron las inmensas praderas de las faldas meridionales de la Cordillera Central; sí llegaron en cambio a su poniente, a las costas y la región del Mar Norte. Los salvajes fueron arrinconados a las cordilleras, a las grandes sierras o a los islotes del Mar Sur. Los miembros de las Antiguas Tribus eran corpulentos, de gran altura, de pelo rojizo y ojos grises, aunque alguna parcialidad no respondiera a este tipo, ya se ha señalado que ciertas tribus no lo hacían, aunque tuvieran el mismo idioma, religión y organización.



Al sur de los actuales grandes reinos habitó la tribu de los Za, en parte de los fértiles valles y en parte en la meseta, cuyos miembros eran más bajos, menos hirsutos, de un pelo castaño menos tinto y más arenoso. Hay sofistas que afirman que la Nueva Era fue antecedida por un periodo de pujanza e imposición de dicha tribu a tribus aledañas, nunca más allá. Esta tribu, que casualmente se desviaba del prototipo físico de los antiguos pobladores, sería la conocida como el pueblo de los antiguos dasios o antiguos tas. A favor de esta idea está el hecho de que en esa zona moran dasios que se proclaman descendientes de aquellos Za y aportan diversas costumbres y ritos (claro está que esa atribución de descendencia podría ser posterior y espuria) y sobre todo que el aspecto físico de los Za y de los tas es similar; en contra de la idea estaría el hecho de que la lengua de Za era una lengua Antigua (en concreto de la familia minoritaria) y carente de escritura y desde el primer momento los anales recogen las noticias de los tas en su versión del idioma más clásica y en la refinada caligrafía dasia.




Vasiliev

Precisamente la Nueva Era y las Nuevas Gentes aparecen en el escenario de nuestros anales con la llegada de los dasios. El problema es que hasta el momento no se sabe de dónde provienen. La campaña del caudillo Brosc que debeló las tribus antiguas y las hordas de salvajes que bajaron a la costa del Mar Norte es un enigma. De repente hubo un ejército en aquella tierra en un sitio secreto y ominoso y comenzó un curso bestial en dirección noroeste sudeste y no hay dato ninguno que avale ni testimonio que sugiera el posible lugar de origen de esa inmensa turba armada. No hubo referencias a barcos que arribaran a las orillas del Norte ni a costumbres marineras, no hay en sus pergaminos ni la más mínima alusión a su cuna o a su camino; no hay trazo que los vincule con las montañas o con el nordeste de ellas, rutas de otros invasores. Esta falta absoluta de datos sobre el origen de los tas es paradójicamente uno de los argumentos a favor de la ascendencia de los Za, pues no hay otra respuesta más plausible al misterio. En el periodo de pujanza de Za (quizá entre cincuenta y setenta y cinco años, quizá cien incluso) esta tribu habría visto incrementar su población velozmente, pero igualmente sus costumbres religiosas y su organización política habrían variado de modo sustancial. Los dioses y las diosas de la tierra y el cielo habrían dado paso a unas nuevas divinidades más sofisticadas, servidas por sacerdotes y sacerdotisas aviesos. A la casta de muníficos ganaderos elegibles en asamblea para régulos de la tribu libre sucedió un gobierno basado en el rey rodeado por un concilio de señores de las bestias y un caudillo, de quienes dependían clanes serviles. Sobre el idioma sinceramente no sé qué decir. Y así, de repente, por una iluminación colectiva, por un deseo brutal del caudillo Brosc o del rey Kar, por una decisión del concilio impulsada por la necesidad habrían peregrinado con subrepción y masivamente al Mar Norte y habríanse vuelto sobre sus pasos para saquear, quemar, violar y matar.

Broscia fue la primera ciudad dasia y cuna de un breve imperio. Las incursiones dasias giraron a levante, hacia las montañas, las praderas extensas y los valles que conforman el centro y el sur de los grandes reinos y desde ahí hacia los bosques y los lagos, el norte de los reinos. La Ciudad Libre y Única del lago Mersetés aunque no pueda ser invocada por ningún pueblo, estado, reino o nación como propia, hay que reconocer que fue fundada por un señor dasio, a diferencia de la inmensa mayoría de las villas septentrionales, cuya primera planta es vectria, o de las Antiguas Tribus junto al Mar Norte y en las praderas, e incluso salvaje por todo el territorio. Hay constancia de correrías y migraciones más al sur penetrando en brechas en la meseta e incluso, saltando la sierra, en la llanura y de algunos asentamientos que en su mayoría acabaron desapareciendo. Los dasios que habitan en la meseta más acá de los grandes reinos son los que se pretenden descendientes de los Za. El Pueblo Tas sometió a las tribus antiguas y las debeló frecuentemente, normalmente las esclavizó, sólo en casos aislados hay referencias a desplazamientos masivos de aquellas.

(...)









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