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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

domingo, 10 de abril de 2011

Shostakovich, Margarit: Leningrado







SHOSTAKOVICH. SIMFONIA “LENINGRAD”
Recordes? La Joana havia mort.
Tu i jo anàvem en cotxe cap al nord,
fins a l’apartament davant del mar,
i escoltàvem aquesta simfonia.
Vam començar el viatge
un matí lluminós. Dins de la música,
el dia era de murs coberts de gel,
ombres de vianants amb sacs mig buits
i trineus amb cadàvers sobre el llac.
Com una pista d’aterratge al sol,
l’autopista fugia i, rere els sons,
s’estenia la boira dels obusos
i l’empremta dels tancs damunt la neu.
Era un matí d’or blau de juliol
llampurnejant en el cristall del mar.
En els metalls i cordes ressonava
la glòria, que sempre és en passat,
rebutjant, sempre rebutjant, la vida.
De nit només quedava la remor
de les onades sota la terrassa.
En canvi, dintre nostre, com dintre de la música,
rugia el temporal de neu i ferro
que es desferma quan passa full la història.


SHOSTAKOVICH. SINFONÍA “LENINGRADO”
¿Lo recuerdas? Joana había muerto.
Íbamos hacia el norte, tú y yo, en coche,
hasta el apartamento junto al mar,
y escuchábamos esta sinfonía.
Iniciamos el viaje una mañana
llena de luz y, dentro de la música,
el día era de muros cubiertos por el hielo,
sombras con sacos a medio llenar
y, en el lago, trineos con cadáveres.
Como una pista de aeropuerto al sol,
huía la autopista.
Detrás de los sonidos se extendía
una niebla de obuses ocultando
las huellas de los tanques en la nieve.
Fue en julio, una mañana de oro azul
que destellaba en el cristal del mar.
Los metales y cuerdas resonaban
con la gloria, en pasado como siempre,
rechazando la vida, como siempre.
De noche no se oía más rumor
que el de las olas bajo la terraza.
En cambio, dentro de nosotros,
como ocurría dentro de la música,
rugía el temporal de nieve y hierro
que desata la historia al pasar página.

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