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No es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo.
Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes... Si es uno sincero y humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime; si procura elevarse, ambicioso; si se contenta con la medianía, desidioso: si sigue la corriente del mundo, adquiere nota de adulador; si se opone a los delirios de los hombres, sienta plaza de extravagante.
Cartas Marruecas. José Cadalso.

lunes, 21 de febrero de 2011

Esperando a los bárbaros

Evocador, terrible, esperanzador.

Esperando a los bárbaros

Constantino Cavafis


-¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.

-¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.

-¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo su corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no a acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.


sábado, 19 de febrero de 2011

Liberalismo

            
En esa mesa han situado a los compañeros del novio y a sus consortes. La cuarentona esposa del jefe, exquisita para el nivel provinciano del convite, irradia luz desde las bisuterías cosidas a su vestido, desde las alhajas colgadas de su cuerpo y desde los afeites impregnados en su piel. Sonríe benévola mientras habla con el joven ingenuo.
“Por supuesto, pero no aprobaría que saliera con uno y aún menos que se casara.”
“Pero si admite la igualdad y reconoce que tenemos los mismos derechos, impedir que mantenga una relación supone… una contradicción.”
“Desde luego, pero no quiero que los míos sufran y tener una relación así sólo da problemas.”
Y vuelve a sonreír, justa, benéfica, luminosa.





Nota bene: con permiso de Captain Davy Jones no me resisto a comentar alguna cosa sobre el liberalismo.
Actualmente, en el mundo líquido, el liberalismo se confunde con una de sus derivas, el neoliberalismo. Además habría que ser aún más rigurosos: ya existía un neoliberalismo desde que el laissez faire comprendió que necesitaba un marco institucional que en ocasiones tenía que intervenir para hacer realidad la competencia económica libre y rectificar situaciones sociales de crisis; ahí tenía un tinte progresista, a diferencia del actual. Se confundía o mezclaba o solapaba con una socialdemocracia reformista y moderada, el primero vendría desde la derecha y la segunda desde la izquierda. Sin embargo, la reacción precisamente a la actuación estatal en economía y sociedad de mano de los Friedman, Von Hayek y otros y la reacción filosófica individualista en política daría en teorías neoliberales como hoy en día se entiende el término. Estas van, por su parte, en un arco desde planteamientos ultra-individualistas, que abogan por el anarco-capitalismo, el anarquismo de derechas o el minarquismo, hasta el ultra-conservadurismo nacido de la respuesta al sesentayochismo, el neoconservadurismo. Cuando llega aquí, el neoliberalismo se hace aporético, defiende una libertad suma para los individuos y un estado craso en los instrumentos represivos y violentos.
Un Herrero de Miñón (liberalismo de asalto) o un Dahrendorf (liberalismo asiático) y muchos otros han denostado esta visión depauperada de un concepto con tanta solera. Ya quisiéramos un liberalismo político coherente que no sólo combata el poder que constriñe u oprime desde el gobierno, sino el que viene de cualquier otra instancia social; y un liberalismo clásico, que rompa con el trono y el altar.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Study, Waterhouse, y Reclining nude, Lipking



           Cupido tira flechas, Venus arroja lanzas.


          ¡Ah, mi éxtasis! Dulce hueco marino, aquí; y ahí, ojal de terciopelo.


          En ocasiones, semillas de granada; en otras, olivas rosas.


          En tu marbete doble y ondulado registro mi nombre, mi rango, mi oficio y mis afanes.


viernes, 4 de febrero de 2011

Materia

De madera. Quien quiera materia(lismo) aquí la tiene.

               Materia y razón
              Humanismo: de humanos: cuerpos, operaciones, previsiones, materiales, herramientas, cálculos. Cálculos son piedrecillas. Un corrillo de homínidos en cuclillas, en torno a una hoguera, dispone con ramitas y piedrecitas los planes para cazar una bestia. Eso es la realidad, una piedrecilla en la palma terrosa de un mono hambriento.



Astarnuz

¿Qué será "Astarnuz"?

Algún Dios de amor avía
      Cartagena

Como la adormidera del desierto
      Juan Arolas

La súbita luz de este conocimiento, surgido en medio del horror,
obró un
efecto extraordinario en mí

Henry James

Son cosas que suceden
en los hoteles. Cuando un hombre
llega, aburrido, tira
la chaqueta en la cama, se sirve un vodka, y
con rostro impenetrable
conecta el aparato de la televisión.
     
Es raro que acontezca
algo notable. Pero
aquella noche -oh ebria la Fortuna-
nada más encenderse,
apareció en pantalla un rostro único,
admirable, perfecto, inteligente,
cómplice.
               Me aguardaba
como las panteras acechan a su presa.
Era Sharon Stone.
Me dije: No es posible.
Y contemplé la imbecilidad de aquella película
como cuando recorro el Canal Grande de Venezia,
sin dejar de asombrarme.
No es que uno sea demasiado impresionable.
Le aseguro al lector haber pasado
trances de esta índole, muy altos.
                                                      Pero
el gesto y la mirada de la Stone,
son otra cosa. Y
si entonces -y hoy- porque ese rostro,
esa boca, esos ojos, ese gesto      
estuviera en mi cama, me pidieran
releer ya nunca a Stendhal, yo aceptara.
Porque gozar a una mujer así
no es placer inferior
ni acaso de otra especie
que escuchar la Misa en sí menor de Bach en Chartres,
que acarician la carne del crepúsculo sobre Istanbul
o que leer a Píndaro en voz alta
desde Delfos. Meter la lengua en esa boca
y recibir la suya, debe ser
¡Dios! como la sacudida en la inteligencia cuando
se lee a Shakespeare o a Borges, o a Nabokov, como
lo que debió sentir Colón      
al oler la tierra. Sentir cómo ese cuerpo se abandona al placer,
ver enturbiarse esa mirada,
no es de rango menor
que comprender el Panteón.
                                              Y
hay que ver, todo eso,
con la cantidad de excitantes pensamientos
a que después diera lugar, con lo que ha enriquecido
mi vida y mi memoria,
es algo que sucede, así, sin pretenderlo,
una noche de tantas,
por ir a dar una conferencia en Barcelona,
en una habitación
de hotel, de pronto, como dicen
que veía
Mozart,
o los santos,
a Dios.


José María Álvarez
Museo de cera