Entonces, ¿el Che no era pacifista?
Público, 30-12-2008
Trabajar cansa
Público, 30-12-2008
Trabajar cansa
Isaac Rosa
Atentos a lo que voy a revelarles. Siéntense antes de seguir leyendo, no se me vayan a caer de la impresión. Ahí va: las revoluciones son violentas. Muy violentas incluso. Siempre. Sobran ejemplos, todos los que quieran a lo largo de la historia.
Ah, vale ya les oigo proponer ejemplos de revoluciones pacíficas. Por favor, que ya somos mayorcitos. Cuando digo revolución hablo en serio: un proceso que implica ruptura, transformación radical. No me vengan con revoluciones de claveles, ni de terciopelo, ni naranja.
No hablo de cambios de gobernante, ni de procesos de transición, ni de manifestaciones que dan el golpe de gracia a un sistema ya moribundo. Me refiero a procesos en los que de repente cambia de manos el poder (no sólo el gobierno), y donde se produce una transformación en las estructuras.
Las verdaderas revoluciones -políticas, sociales, económicas o todo a la vez- han sido siempre violentas. No se confundan, no digo que sean verdaderas por ser violentas, sino que supusieron -o intentaron, las fallidas- una ruptura de tal profundidad que implicaba violencia, propia y ajena..
Procesos que chocaron con la resistencia de quienes no aceptaban el cambio, injerencias extranjeras, sabotajes. Fue violenta la francesa, como la mexicana, la soviética o las independencias coloniales. O la revolución industrial, que costó mucho sufrimiento obrero. Y por supuesto la cubana.
¿Que el Che ordeno fusilamientos? No hace falta que me lo juren. No lo ha descubierto ningún becario de Nuevas Generaciones. es algo ya sabido. Lo reconoció el propio Ernesto Guevara, nada menos que en la tribuna de las Naciones Unidas. Hala, ya lo saben. Ya pueden quemar sus camisetas del Che.
O si lo prefieren, eviten caer en la trampa que propone la derecha y, sin simplificaciones, debatamos en serio sobre violencias pasadas y presentes.
Atentos a lo que voy a revelarles. Siéntense antes de seguir leyendo, no se me vayan a caer de la impresión. Ahí va: las revoluciones son violentas. Muy violentas incluso. Siempre. Sobran ejemplos, todos los que quieran a lo largo de la historia.
Ah, vale ya les oigo proponer ejemplos de revoluciones pacíficas. Por favor, que ya somos mayorcitos. Cuando digo revolución hablo en serio: un proceso que implica ruptura, transformación radical. No me vengan con revoluciones de claveles, ni de terciopelo, ni naranja.
No hablo de cambios de gobernante, ni de procesos de transición, ni de manifestaciones que dan el golpe de gracia a un sistema ya moribundo. Me refiero a procesos en los que de repente cambia de manos el poder (no sólo el gobierno), y donde se produce una transformación en las estructuras.
Las verdaderas revoluciones -políticas, sociales, económicas o todo a la vez- han sido siempre violentas. No se confundan, no digo que sean verdaderas por ser violentas, sino que supusieron -o intentaron, las fallidas- una ruptura de tal profundidad que implicaba violencia, propia y ajena..
Procesos que chocaron con la resistencia de quienes no aceptaban el cambio, injerencias extranjeras, sabotajes. Fue violenta la francesa, como la mexicana, la soviética o las independencias coloniales. O la revolución industrial, que costó mucho sufrimiento obrero. Y por supuesto la cubana.
¿Que el Che ordeno fusilamientos? No hace falta que me lo juren. No lo ha descubierto ningún becario de Nuevas Generaciones. es algo ya sabido. Lo reconoció el propio Ernesto Guevara, nada menos que en la tribuna de las Naciones Unidas. Hala, ya lo saben. Ya pueden quemar sus camisetas del Che.
O si lo prefieren, eviten caer en la trampa que propone la derecha y, sin simplificaciones, debatamos en serio sobre violencias pasadas y presentes.