Mi amigo soviético ortodoxo es peculiar. Claro, todos somos singulares, pero como dice mi amigo funcionario anglófilo, no todos tenemos el mismo hard-ware. Tariq diría, sentado en una terraza ante una cerveza helada, "mírame a los ojos y dime seriamente que no te consideras superior a ese cojín con ojos", y señalaría a cualquier ente antropomorfo que anduviera por ahí. Joder, menos mal que soy igualitarista, pero ojo, el igualitarismo es un principio ético-político, no una venda en los ojos.
Bueno, a lo que iba: el soviético ortodoxo es grande: esto no es bueno ni malo, sencillamente, es la antítesis de lo mísero, a partir de ahí tiene sus virtudes y sus defectos. Podría, por su inteligencia y su carisma, ser un capitán de la industria, pero es un líder obrero; es infantil como lo son los hombres; políticamente es un jacobino, moralmente (como sé que no le gusta esta palabra, la uso) es como se debe ser (como yo, por cierto). Por lo demás, es althusseriano (hay que ver) y si os imagináis a Farouk Bulsara calvo, os haréis una imagen de él.
No me voy a partir la cabeza buscando una imagen, a él le gusta este cuadro romántico que expresa perfectamente lo que digo, ni una canción, Wide open spaces va bien.
El caminante, Caspar David Friedrich |
Dice que me he sobrepasado: que no hombre, que no, que es verdad. ;-)
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