Cuando ella descubrió que me gustaba Battiato, entendió por qué me dedicaba a la filosofía (como conductor, no como generador): habla y habla, parece que dice cosas con sentido y en realidad no dice nada.
Ella es alta, de buen tipo, con caderas y hombros anchos, su pelo es rizo y abundante, sus ojos son rasgados y grandes, su nuca es el fuste de una pequeña columna suave. Suele guardar silencio y resulta enigmática, parecería una koré. Es seria y ecuánime, y huele a pan recién hecho. Aparte de su belleza esteparia, tiene el mayor atractivo sexual posible, es más inteligente que yo.
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