09may
2009
Tengo
una duda. Soy partidario de que el Estado regule e intervenga en la actividad
económica, de que se imponga un salario máximo y, a partir de una cantidad, el
que gane más grave un 80% del excedente, por poner un ejemplo. Sin embargo, no
soy partidario de que todos los bienes sean de propiedad común y de que todo el
mundo tenga el mismo salario trabaje donde trabaje, porque, a pesar de que es
una idea alentadora y justiciera, qué vamos a hacer si hay una lista de espera
de meses para ir al médico de cabecera o no hay ya edificios donde
vivir. Porque, ¿quién va a estudiar una carrera tan complicada como arquitectura
si, total, van a ganar lo mismo? Mi duda es: ¿soy comunista? ¿capitalista?
¿semicapitalista?
DANIEL MADRID
El
otro día estaba cenando con una docena de amigos y uno dijo: aquí hay
demasiados comunistas. Otro respondió: contándome a mí, me salen cinco. Todos
nos miramos unos a otros y empezamos a sumar con los dedos por debajo del
mantel. Uno me miró y admití: a mí no me cuentes, soy comunista, pero no tengo
carné. El que calculaba cinco dijo: a ti no te contaba, Rafita, yo me refiero,
como decía Lenin, a comunistas de verdad, es decir, a los que puedan detener.
Así
que, si me pregunta a mí, le responderé que creo que usted tampoco es
comunista: no corremos ningún peligro. No pierda la esperanza, sin embargo.
Supongo que conoce la diferencia entre la propiedad de los medios de producción
y los bienes de consumo y me imagino que la idea de que el único impulso
concebible para hacer algo sea ganar más que el vecino no le dejará por
completo satisfecho.
Siempre
les digo a mis amigos comunistas (que son más de cinco) que, cuando me fusilen,
al menos no tendré que preguntarles por qué. Convencido de que una de las
raíces de la injusticia es la división del trabajo, aquí estoy haciendo de
chupatintas. Sin ninguna duda de que la respuesta es la acción colectiva, sigo
en pijama en mi casa mimando mi supuesta originalidad. A sabiendas de que no
hay teoría que no surja de la práctica revolucionaria, ya me ve, elucubrando
pamplinas. Etc. Pero ya le digo: no perdamos la esperanza.
Isaak Brodsky, La ejecución de los veintiséis comisarios de Bakú |
No hay comentarios:
Publicar un comentario