Cuando yo era chico, en un viaje, mi padre me llevo a un museo y ante este cuadro me preguntó que dónde estaban los limones. Es mi primer recuerdo de unas tetas (supongo que antes me habría fijado en otras, maternas o externas), pero, vamos, no porque acertara, que yo dije que los limones no los veía.
En fin, mis amigos de juventud se tomaban por lo jocoso que yo no decía el sencillo y eufónico "las tetas", sino el más complejo y sordo "los pechos". Bah, manías mías.
Ay, las tetas, qué bonitas son... Pero yo soy hombre de culos, que no son bonitos, son hermosos.
Naranjas y limones, de Julio Romero de Torres |
Los muslos. Y alguno de los cuadros lésbicos de Picabia.
ResponderEliminarHombres, culos y tetas. Da para una tesis.
ResponderEliminarPara más de una, MA.
EliminarPero "la" tesis definitiva sería: hombres, cara y aura.
Queda para otro día. U otro año.