Motörhead. God was never on your side,
Si las estrellas caen sobre mí
y el sol se niega a brillar
las cadenas pueden deshacerse,
y todas las viejas palabras dejar de tener sentido.
Si los cielos se convierten en piedra,
no importa en absoluto,
porque no hay paraiso en el cielo,
el infierno no espera a nuestra caída.
Deja que la voz de la razón brille,
que los piadosos desaparezcan para siempre,
El rostro de Dios está oculto e invisible
No le puedes preguntar qué es lo que significa
Él nunca estuvo de tu lado
Dios nunca estuvo de tu lado
Bueno o malo, decídete,
Dios nunca estuvo de tu lado.
Mira a los diez mil oficiantes,
mira a los santos perros justos,
ellos dicen que sanan
pero todo lo que hacen es robar,
abusan de tu fe, estafan y roban.
Si Dios es sabio, ¿por qué lo sigue siendo,
cuando estos falsos profetas
lo llaman su amigo,
por qué no dice nada, está ciego?,
¿estamos abandonados al final?
Permitid que brille la espada de la razón,
liberémonos de las oraciones y de los lugares sagrados.
El rostro de Dios está oculto, se escondió.
Él nunca tiene una palabra que decir
Él nunca estuvo de tu lado
Dios nunca estuvo de tu lado
Bueno o malo, decídete,
Dios nunca estuvo de tu lado.
No, No, No
Él nunca estuvo de tu lado,
Dios nunca estuvo de tu lado
Nunca, nunca, nunca, nunca,
Nunca a tu lado
Dios nunca estuvo de tu lado,
Nunca a tu lado.
(Traducción: Variante en el Sur)
Como un retrato de Dios, Nishiky Voltaire, diccionario filosófico |
DIOS Y DIOSES
El conocimiento de un Dios
no lo adquirimos por la Naturaleza, porque si así fuera, todos los hombres
tendrían de él la misma idea, y ninguna idea nace con nosotros. Las ideas no
son como la luz, que llega a nosotros en cuanto abrimos los ojos. La idea de
Dios tampoco es una idea filosófica, porque los hombres conocieron dioses antes
de que hubiera filósofos.
¿De dónde, pues, trae el
origen esta idea? Del sentimiento y de la lógica natural, que con la edad se
desarrolla hasta en los hombres más groseros. Presenciamos los asombrosos
efectos de la Naturaleza, las cosechas y las esterilidades, los días serenos y
los de tormenta, beneficios y calamidades, y esto nos hizo presentir la idea de
un ser poderoso. Fue necesario tener jefes para que dirigieran las sociedades,
y tuvimos necesidad de admitir soberanos de los nuevos soberanos que la
debilidad humana se proporcionó, seres cuyo poder supremo hiciera temblar a los
hombres. Los primeros soberanos se aprovecharon de estas nociones para cimentar
su poder. He aquí los primeros pasos que se dieron, y el por qué de que cada
pequeña sociedad tuviera su dios. Esas nociones eran groseras, porque todo lo
era entonces. La sociedad que se regía por un jefe no negaba que la población
vecina tuviera también su juez y su caudillo, y por consecuencia, no podía
negar tampoco que tuviera su dios. Pero cada población tenía interés en que su
caudillo fuese el mejor, se inclinaba a creerlo, y por consecuencia creían
también que su dios era el más poderoso. De esto nacieron las antiguas fábulas,
tan divulgadas en la antigüedad, de que los dioses de una nación se peleaban
con los dioses de otra. De esto provinieron muchos pasajes que encontramos en
los libros hebreos, que descubren lo que opinaban los judíos de los dioses de
sus enemigos, creyendo siempre su dios superior al de ellos.
Hubo sacerdotes, magos y
filósofos en los grandes Estados tan pronto como, perfeccionada la sociedad,
pudo permitir que hubiera hombres ociosos que sólo se ocuparan de
especulaciones. Algunos de ellos consiguieron perfeccionar su razón, hasta el
punto de reconocer en secreto que existía un Dios único y universal. Así es que
aunque los antiguos egipcios adoraran a Osiris, o mejor dicho, Osireth (que
significaba «esta tierra me pertenece»), aunque adoraran también a otros seres
superiores, admitían, sin embargo, un dios supremo, un príncipe único llamado
Knef, y cuyo símbolo era una esfera colocada sobre el frontispicio del templo.
Sobre este modelo los griegos adoptaron su Zeus, su Júpiter, señor de los demás
dioses, que eran lo que son los ángeles en Babilonia y en el pueblo hebreo, y
los santos entre los cristianos de la comunión romana. Es cuestión más ardua de
lo que se cree, y que no está dilucidada, si pueden existir al mismo tiempo
muchos dioses que sean iguales en poder.
No tenemos noción perfecta
de la Divinidad. Sólo tenemos de ella sospechas, verosimilitudes y
probabilidades. Sólo conseguimos reunir un reducido número de incertidumbres.
Toda obra que nos descubre medios y fin, nos anuncia al obrero. El universo,
que se compone de muchos medios, de los que cada uno tiene su fin, descubre,
pues, un obrero muy inteligente y muy poderoso. He aquí una probabilidad que se
aproxima mucho a la certidumbre; ¿pero ese obrero supremo es el infinito, está
en todas partes, ocupa un sitio determinado? ¿Cómo hemos de responder a esta
cuestión con nuestra inteligencia limitada y con nuestros débiles
conocimientos?
La razón me prueba que
existe un ser que confeccionó la materia de este mundo; pero mi razón es
incapaz de probar que él hizo una materia y que la sacara de la nada. Todos los
sabios de la antigüedad, sin exceptuar uno, creyeron que la materia era eterna
y subsistente por sí misma. Todo lo que puedo hacer, sin recurrir a una
inteligencia superior a la de los hombres, es creer que el Dios del mundo es
también eterno y subsiste por sí mismo. Si Dios y la materia existen por sí
mismos, ¿no subsistirán también otros mundos y otros dioses? Algunas naciones,
algunas escuelas ilustradas, han admitido dos dioses en el mundo: uno origen
del bien y otro origen del mal, suponiendo que mediara guerra interminable
entre estos dos poderes iguales. Verdaderamente, la Naturaleza puede sufrir con
más facilidad que existan en la inmensidad del espacio muchos seres
independientes, que sean señores absolutos cada uno de su extensión, que dos
dioses limitados e impotentes en el mundo, de los cuales uno no puede hacer el
bien y el otro no puede hacer el mal.
Si Dios y la Naturaleza
existen en toda la eternidad, como la antigüedad creyó, existen dos seres
necesarios, y así como existen dos seres, pueden existir treinta. Sólo esas
dudas, que dan origen a infinidad de reflexiones, sirven por lo menos para
convencernos de la debilidad de nuestro entendimiento y para que confesemos
nuestra ignorancia sobre la naturaleza de la Divinidad, como Cicerón. Respecto
a esto no sabremos nunca más que él.
Inútilmente nos dirán las
escuelas que Dios es infinito negativamente y no privativamente, formaliter
et non materialiter; que es el primero, el medio y último acto; que está en
todas partes y en ningún sitio. Cien páginas de comentarios sobre semejantes
definiciones no nos harán adelantar un solo paso en esta cuestión. No tenemos
gradas ni punto de apoyo para ascender a semejantes conocimientos: sentimos que
dependemos de un ser invisible, y no podemos dar un paso más allá.
Es temeridad insensata
pretender adivinar lo que es ese ser; si tiene o no tiene extensión, si existe
o no existe en un sitio, cómo existe y cómo obra.
Una curiosa combinación de referencias. Voltaire, exquisito y preciso; la letra de la canción no está mal, lástima que la música sea penosa.
ResponderEliminarCon todo, la cuestión de dios, tan inútil como siempre. ¡Quién quiere tener una vaguedad tal al lado suyo? ¿No es ciertamente mejor (y pongo énfasis en ciertamente) tener al lado una venus de ébano 90-70-90 de labios carnosos y abundantes curvas extendiendo en una mano fuerte de dedos poderosos el vaso lleno de ginebra, tónica, limón y yelo sobre cuya superficie se condensa el vapor que rezuma el aire caribeño en una playa ignota de no sé sabe qué lugar de arenas blancas? Ella era dios, la naturaleza que nos asombra, el universo genésico, la gruta originaria, el Urknall. Besos. M.
Leches, ¿que la canción es mala? No está mal...
ResponderEliminarDios... ya sabes lo que pienso, pero un buen ateo es persona de temperamento religioso, inevitablemente; la indiferencia o el sentimiento intenso de su futilidad es más bien cosa de agnóstico, posición que como primariamente materialista es absolutamente inconsecuente.
Para más (no) dios:
http://variantedeflapjack.blogspot.com.es/2011/05/dios.html
y http://variantedeflapjack.blogspot.com.es/2011/12/dios-por-que-nos-has-abandonado.html
Eres un truhán, Tariq. Que estás (o has estado, y a estos efectos metafísicos es banal el tiempo, solo hay inmanencia) con una beldad negra con el detalle del ...-70-..., dimensión del cuerpo femenino de más perfección que la convencional a mis ojos esteparios. Me matas.
Muchos besos. V.
No digo que la canción sea mala, entiéndaseme. Digo que el tío canta como un perro. Evidentenmente, nada que te guste a ti puede ser del todo malo. Besos en el culo. T.
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